Te busco sin razón entre las personas,
sabiendo que no estarás ahí,
te busco y en vano lo intento,
mis ojos lo saben,
mi oido lo reafirma,
no estás,
mi corazón late -se engaña, no estás-
busco razones cuerdas y lógicas para hacerle
creer a mi cerebro que no estás
pero es inútil -yo lo soy-
no es posible engañarlo.
Me tapo la cara con las manos
buscando tu presencia en mis palmas,
no te encuentro,
no intento ahogarme, intento encontrarte,
no estás,
la semioscuridad es indicio de tu asencia,
te busco de nuevo,
y solo es para confirmar que solo mi corazón
-y no los sentidos- es el único cuerdo
en esta odisea que es extrañarte, buscarte y no encontrarte.
Ninguna razón me parece suficientemente creible
para irte a buscar, caminar recorriendo los caminos
que andamos hace tiempo,
pero no es igual, nada es igual,
todo es diferente, los saludos cordiales de la gente que me encuentro,
ahora no tienen importancia,
no estás conmigo,
he estado sentado en el lugar de nuestras pláticas,
solo para espantar a las personas -estando a oscuras cual fantasma-
no puedo platicar, ¿con quién?, -¿quién como tú para la plática amena e interesante?- Pero no estás.
Sigo esperando, ¿qué espero?,
no tengo valor,
soy el mas cobarde de las personas que te hayas conocido,
puedo escribir mucho de lo que siento,
tengo temor de decirlo,
-¿vivo de recuerdos?-
-¿me quedo en los recuerdos?-
Intento buscarte, a mitad del camino me tiemblan los pasos
prefiero llamarte -intento verte- pero no es lo mismo,
lo se, se siente.
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