domingo, 21 de febrero de 2010

Ayer.

Ayer en la mañana cuando te ví
no quiería despertarte,
estaba seguro de no encontrarte,
creía firmemente que estaría solo,
cuál sería mi sorpresa al verte ahí,
me alegraste el día,
pude estar contigo sin más ni más.

Estaba contento y emocionado
    [tú lo pudiste sentir en mi corazón].
Me atreví a robarte un beso,
algo fuera de lo común: ¡me atreví!
fue un picorete,
y nada más,
tus manos siguen siendo igual de fuertes
y suaves, me gustan tus manos,
tus ojos tuve la oportunidad de verlos más de cerca
siguen igual de preciosos,
te dormías y yo te eobservaba hasta que
te dabas cuenta de que lo hacía,
y me daba vuelta de nuevo.

No me canso de verte,
aunque ya no sea por tanto tiempo.

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