lunes, 15 de febrero de 2010

Al caminar.

En este caminar que ahora me permite
pensar, el aire llega de lleno a mi cara
y mis pasos marcan un ritmo,
no puedo dejar de pensar en nosotros
no solo en tí.

Pero qué es lo que pienso, te haz de preguntar,
pienso en varias cosas y llego a conclusiones
y las desecho
para iniciar nuevas interrogantes
y llegar a nuevas conclusiones,
tal pareciera una historia interminable.

Pero no es así,
el polvo me hace distraerme,
los carros a esquivar me regresan a la Tierra,
¿y en qué pienso?
trato de recordar desde cuándo exactamente te conozco
trato de recordar cuándo te vi por primera vez
no encuentro fechas exactas.
Pero la conclusión es que fuiste apareciendo en mi vida
poco a poco.

Vuelvo a pensar, y ahora me pregunto
¿cuánto significas en mi vida?
¡Hijole! Mucho, demasiado, imposible de medir,
me alegro al verte, estoy muy contento contigo,
me cambia el ánimo al escucharte.
¿Cómo sería actualmente si no me hubieras permitido entrar en tu vida?
¡No lo sé con seguridad!
Tengo algunas suposiciones, nada real,
solo indicios, pero otra cosa distinta a la actual eso ni duda cabe.
¿Mejor que ahora? Lo dudo.

Otro carro pasa rápidamente,
ahora pienso, en que debo dar gracias
que aún me permitas verte,
que aún pueda disfrutar de tu sonrisa,
me he portado nada bien,
enojándome, poniendo cara de perro
             [como ese que viene de frente a mí],
castigándome a mi mismo,
pensando cosas, tonterías sobre mí,
debo dar gracias de que por lo menos
no sea una persona desagradable para tí.

Ya casi llego a mi destino, veo la esquina
donde he de detenerme,
me detengo, escribo tu número, lo borro,
inicio un mensaje para tí,
pero no, no es momento,
borro todo y sigo pensando que...

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