miércoles, 22 de septiembre de 2010

Ahora.

A tan largas fechas y tan largos tiempos, vengo a recordarte, sin que me oigas ni me leas, que estoy aquí, que quiero hacerme presente en tu vida. Que formas parte de mí y que pienso y estoy haciendo un cambio para mejorar lo nuestro mientras dure, quiero que seamos cómplices, pero cómplices de una alegría y no de una tortura.

Te quiero.

Esperando

Sigo esperando como muchas noches, el que me permitas continuar una plática contigo y no se puede, no se puede y no se puede, se las razones, sin embargo, estoy aquí como idiota o idiotizado esperando tu regreso. A veces, me dan ganas de llamarte y decirte que estoy ahí esperando tu regreso-llegada, pero ni me atrevo ni busco fuentes de valor para hacerlo.

Quisiera de veras, a veces, volverme un Bastian o un Atreyu y conseguir las hazañas, grandes hazañas de ése mundo maravilloso de fantasía, pero de fantasías ya estoy harto, de ilusiones también, aún hoy sigo esperando realidades.

Y es una contradicción porque mi realidad no es tan sencilla y a veces quisiera salir y dejar todo así como está, dándome el valor de nuevo de que todos mis errores no se tomen en cuenta, pero, de nuevo estoy ahí, evitando fallar.

¿Porqué si los demás fallan, a mí se me hace tan fácil no darle tanta importancia?

¿Porqué no busco la forma de que quienes me fallen vean su error?

¿Porqué cuando fallo, siento que todos me recriminan?
¡Porqué y porqués! Siempre dándome vueltas en la cabeza.

¿¡He fallado!? : Sí, lo entiendo, lo comprendo, lo acepto.
¿¡Me han fallado!?: Sí, los entiendo, los comprendo y los acepto.
¿Me han entendido, comprendido y aceptado cuando fallo?

Estoy molesto, me siento así, el escribirlo no ha reducido el sentimiento.

¿Porqué te hago partícipe de todo esto? ¿Porqué darte más problemas?