lunes, 15 de febrero de 2010

Creo entender.

Sí, me invento que entiendo lo que pasa,
lo que está pasando,
no encuentro las razones,
no espero las respuetas,
no quiero decir las preguntas,
no quiero llegar a certezas,
me engaño a mi mismo,
me repito:
     ¡Sé fuerte!
     ¡Espera!
     ¡Aguanta!
Y mi alma grita: ¡síiiiiiiiiiiiiiiii!
Pero mi verdadero yo, dentro, no muy dentro,
se burla de mí,
iluso creo me dice,
sigue esperando,
entro en una especie de coraje y trato
de esconder a ese yo que no me gusta,
ahora ya está escondido y puedo decir
más tranquilo que seré fuerte, que esperaré, que aguantaré.
¿Porqué, cuánto, hasta cuándo?
Cierro los ojos y me digo, deja de pensar en eso,
los recuerdos son el mejor refugio en estos momentos,
serán tu refugio durante algún tiempo
vete acostumbrando,
no mucho, pero acostúmbrate. Eso dice mi yo.
No esperes certezas, no las tendrás,
guarda silencio,
sonríe ante lo que veas;
aunque tu corazón se inquiete, tú tranquilo,
busca trabajo para no escuchar lo que no quieres escuchar;
¡piérdete en la música, tu música, se feliz, trata de serlo!
Tienes mucho que mejorar,
mucho tiempo para esconderte,
para reirte de tí mismo,
pero cuando salgas, sigue con tu mutis,
sigue callado, guarda silencio,
habla, pero guarda lo que sientes lo que piensas,
solo di lo que sea sensanto y adecuado,
ya te diste cuenta que en este momento
lo demás, está de más.

Vas obteniendo logros,
¿pero de qué sirven? ¿te sirven?
Siguelos obteniendo, pero no pasarán de ser simplemente: méritos.

Esto es lo que trato de entender, lo que me hago creer,
recurro a Jaime y a Mario, pero ninguno me hace
entrar en cordura,
sigo creyendo entender,
salirme del camino, salir de la jugada,
dejando que las cosas y las personas sigan su curso,
que sean ellas mismas, sin mis errores, sin mis flaquezas,
sin mis temores, sin mis molestias,
mis prejuicios, mis desencantos,
creo que solo así podré comprenderme en mi silencio.

Espero entender.

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