Anoche, al finalizar mi jornada,
fui a acostarme y como muchas otras
noches iba pensando en tí.
Pero esta vez fue distinto,
estaba tan cansado que tomé a mi almohada
y la abrazé, puse mis brazos como respaldo
y así quedó la almohada entre mis brazos
y mi cara.
Me dormí de lado, única posición
aceptable en ése momento de cansancio.
Me despedí de tí con un suspiro y
llegó el sueño reparador;
recuerdo no haber soñado mucho,
talvez lo pensé y no fue un sueño;
pero no importa, lo que recuerdo es un sueño.
Soñé que estábamos abrazados,
pero no en un abrazo de felicitación,
no, era un abrazo de esos que se dan en
momentos especiales,
estaba sentado en el piso recargado en la pared,
tú sentada a mi costado izquierdo,
pero recargándote en mí,
mis brazos te abrazaban,
pero no era un abrazo fuerte,
era un abrazo tierno(si es que se puede llamar así),
y algo interesante: no hablábamos,
simplemente estábamos ahí tú y yo.
Sin necesidad de hablar,
solo sabiendo que ahí estabas tú
que ahí estaba yo.
Eso es todo lo que recuerdo de ése sueño,
para hoy en la noche me volveré
a cansar y buscaré de nuevo
a mi almohada.
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