He aprendido poco a poco a conocerte,
saber que eres una gran persona,
conocerte desde de tí,
conocerte desde mí.
Verte, es parte de ése conocimiento,
lo externo, lo visible,
lo que para algunos también
es invisible.
Oirte es parte de lo invisible,
solo es conocerte para saber
cómo te encuentras y así saber qué decirte.
Mirarte mientras platicamos,
mientras caminamos,
es también conocerte,
saber si te agrada lo que digo,
saber si estás triste,
o simplemente te pones trompas.
Hasta he aprendido a conocer tus pucheros,
¡ja! Contra ellos no puedo,
siempre me sales haciendo decir lo que pienso.
Solo hay una cosa que aún no conozco: tu silencio.
Pero no ése silencio aterrador de tu falta de verte.
Ese silencio que se da entre dos personas,
que están juntas en un momento dado,
y que es mejor no romper,
no por no tener otra cosa qué decir,
no, solo porque algunas cosas se dicen
mejor con las miradas,
los suspiros,
y caricias.
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